La composición ha sido siempre el centro del hacer arquitectónico. Es en este proceso en el cual se sintetizan todas las variables del problema y se estructura una propuesta que cumple de manera integral las necesidades planteadas en el programa.
Se le conoce como un proceso de “caja negra”, porque sabemos la información que se integra y podemos conocer el resultado, pero no siempre es claro el funcionamiento interno del proceso. Mucho se ha hablado de la creatividad como una habilidad exclusivamente humana, que sin intervención consciente del sujeto, puede crear combinaciones inéditas.
Sin embargo, es este proceso clave el que justifica el hacer arquitectónico y le da validez a una propuesta que no expresa de manera explícita en sí misma los objetivos que le han dado origen. Si no fuera por el proceso complejo de la composición, podría pensarse de más de una obra de nuestro tiempo que es solamente un capricho formal sin fundamento.
También se habla de cómo este proceso puede aprenderse, pero difícilmente enseñarse.
1- Acopio de Informacion
2- Conceptualizacion
3- Estructura Formal y Espacial
4- Formulacion del Proyecto
Factores del Proceso:
Aunque a través de la historia el peso relativo asignado a cada variable ha cambiado, podemos considerar trascendentes los siguientes factores:
LAS NECESIDADES BÁSICAS:
Todavía siguen siendo válidas las palabras de Vitrubio, que exigía a cualquier obra arquitectónica que fuera útil, firme y bella. A fin de cuentas, se espera cierta permanencia y utilidad por parte de las estructuras para que justifiquen su existencia. Pero además debemos considerar el aspecto estético dentro de las necesidades básicas al considerar la complejidad de nuestras sociedades y las altas expectativas que se tienen hacia la arquitectura.
EL CONTEXTO:
Las variables del entorno no solamente guían el proyecto, sino que permiten al diseñador responder de una manera tal que garantice una propuesta válida e irrepetible. Los determinantes de diseño derivados del contexto natural y social son básicos para formular una obra arquitectónica valiosa para la comunidad en la que se inserta.
LAS NECESIDADES DEL CLIENTE:
Ya sea un cliente individual, una familia o la sociedad como conjunto, sus necesidades guían el proceso de composición y permiten formular criterios de evaluación. El programa arquitectónico integra estas necesidades como aspectos cuantitativos y cualitativos que generan requisitos de diseño muy claros.
LOS ESTILOS Y LA HISTORIA:
Estos factores, aunque pueden formar parte de las necesidades del cliente y las variables del contexto, forman parte de la Teoría de la Arquitectura y del contexto cultural, que en ocasiones pueden llegar a ser absolutamente inflexibles. En una época en la que se decía “la forma sigue a la función” y “me- nos es más”, cualquier otra postura era vista como difícilmente válida. Cada obra es resultado en gran parte, de la época y la cultura que le dieron origen.
La Conceptualización
Como en muchos de los procesos de investigación, la etapa de registro de la información pertinente puede tomar mucho tiempo y recursos y al mismo tiempo parecer poco productiva. Esto es porque el resultado no surge espontáneamente de dicha información.
Se llama aquí “conceptualización” a la etapa en la que toda la información se integra en una propuesta que busca al mismo tiempo ser eficiente y original. En la antigüedad le llamaban “partido” o “parti” a la idea con la que se inicia la gestación de un proyecto. Podía ser una analogía o una metáfora. Un concepto abstracto o una forma física concreta. Pero en todos los casos se ha enfatizado la importancia de conservarse fiel a esta idea original a lo largo del proceso en el que se ajustan las variables físicas, formales, espaciales y estructurales del proyecto para evitar que pierda fuerza y se vuelva simplemente “ruido de fondo” en su contexto.
La conceptualización exige habilidad, conocimiento de las variables involucradas así como de la historia y a veces, mucha paciencia.
Grandes arquitectos de la historia han trabajado de maneras muy diferentes, desde aquellos que han pretendido racionalizar el proceso siguiendo pasos “mecanizados”, hasta aquellos que no ocultan una postura artística como un ingrediente fundamental y claman, como Miguel Angel, que la obra estará lista “cuando esté lista”.
Queda claro que el tiempo es un factor clave. Por eso se le dice al estudiante de arquitectura que procure que “cuando la musa llegue, te encuentre trabajando”. Y es que no siempre es fácil que las cosas “se acomoden” cuando se trabaja bajo presión, pero es ciertamente imposible que esto ocurra cuando nadie está apresurándonos.
En esta etapa es fundamental registrar cada idea de manera gráfica, ya sea haciendo croquis sencillos o conservando.
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